Vistas de página en total

sábado, 22 de febrero de 2014

SOBRE EL LIBRO La Cuestión Nacional y la autonomía, de Rosa Luxemburg.

En esta entrada quiero hablar de las principales ideas desarrolladas en este libro de Rosa Luxemburg. Para ello voy a describir sucintamente el contenido de cada uno de los capítulos, para que así el lector/ a se pueda conocer los planteamientos de Luxemburg sobre esta cuestión.



Este libro cuenta con seis capítulos. El primero, titulado El derecho de los pueblos a la autodeterminación, se centra básicamente en el contenido y la aplicabilidad de los puntos 7º y 9º del Plan de Londres de 1896. Luxemburg critica de ellos su vaguedad y su inoperancia en el campo específico de aplicación; y sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación, en sí, afirma. “no da ninguna indicación práctica para la política cotidiana del proletariado, ninguna solución práctica de los problemas nacionales”. En otras palabras, este derecho, más que encarar la problemática, es “una jugada para eludir la cuestión”.

Otra de sus críticas a esto va enfocada en el sentido de la generalización que implica su enunciado. De una manera que después será característica en ella, Luxemburg llama la atención sobre la importancia de la particularidad de cada caso, del estudio de las condiciones reales y de un socialismo científico que, más que buscar dar panoramas generales y generalizadores, sea capaz de ofrecer soluciones que no contradigan la corriente del desarrollo histórico de las sociedades modernas.

Termina este capítulo enfocando su atención nuevamente en la contradicción implícita entre el derecho de las naciones y la teoría de la sociedad de clases, en tanto la primera, más que basarse en condiciones materiales reales, se constituye como “la fórmula verbal de una idea metafísica [semejante al derecho al trabajo, etc.], totalmente irrealizable en el seno de la sociedad burguesa”. Así pues, concluye aquí, “el punto nueve debe ser remplazado por un texto concreto aunque general, que dé una solución a la cuestión nacional de acuerdo a los intereses del proletariado de las respectivas nacionalidades”.

El segundo capítulo, titulado El estado nacional y el proletariado, se centra en la definición del estado nacional en el marco de la sociedad burguesa y el papel del proletariado al interior de ésta. Partiendo de la definición de Kautsky de los tres factores que constituyen las raíces de una idea contemporánea de la nación,  Luxemburg concluye que esta idea “está ligada de la manera más estrecha con una época determinada del desarrollo moderno”. En ese orden, la idea contemporánea de nación esta inde­fec­tiblemente ligada con la emergencia del dominio burgués y el capitalismo industrial.
En este marco (el estado moderno burgués), la misión histórica del proletariado se  convierte en la abolición de éste “como una forma política de capitalismo en la que él mismo como clase consciente llega al mundo para establecer el régimen socialista.”
Termina este capítulo enfocándose en el caso específico de Polonia, en el que aclara que “la idea nacio­nal jamás representó la idea clasista de la burguesía, con la de la nobleza”. En este orden de ideas, “la do­minación de clase de la burguesía en Polonia no sólo no requería la creación de un estado nacional uni­­ficado […], sino que, por el contrario, se levantó sobre la base de la anexión y del desmembramien­to de Polonia”. Así pues, Luxemburg resalta la tradición nacional polaca como propaganda natural de la contrarrevolución.

En el tercer capítulo, titulado Federación, centralización, particularismo, la autora se encarga de demostrar la naturaleza contrarrevolucionaria (anti­progresiva en términos históricos) del federalismo. Para ello, parte de una identificación del federalismo con una lógica organizacional feudal, como par antagónico del centralismo capitalista. Para aclarar este punto, cito: “la misión histórica del proletariado […] estriba en la revolución mundial, universal, cuyo punto de partida es el desarrollo del gran estado capitalista”. En ese sentido, aparece en el horizonte la idea de un centralismo necesario, opuesto a cualquier afán federalista.
Así pues, termina el capítulo afirmando categóricamente la naturaleza reaccionaria de cualquier federalismo: “la idea de federación, retrograda por su propia naturaleza y por su contenido histórico, en la actualidad se ha convertido en un anuncio comercial seudorrevolucionario del nacionalismo pequeño burgués y la reacción contra la lucha revolucionaria clasista del proletariado que se funda en la unión de todas las naciones”.

En el cuarto capítulo, La centralización y el autogobierno, Luxemburg encara la cuestión referente a la importancia de la centralización política y económica, y su relación con el desarrollo de el autogobier­no. Uno de los principales puntos sobre los que hay que llamar la atención aquí es la caracterización del autogobierno en distinción con respecto al federalismo. Luxemburg escribe: “El autogobierno […] no significa, ni mucho menos, la eliminación del centralismo estatal, sino su complemento, y sólo juntos dan una plena caracterización de lo que es un estado burgués”.  En este sentido, el autogobierno es entendido como tentáculo del pulpo centralizador, en tanto es a partir del desarrollo de una burocracia y un sistema administrativo local dependiente de un centro como el poder centralizado tiene un mayor control sobre su área de influencia.




En el quinto capítulo, La nacionalidad y la autonomía, parte de un marco en el que relaciona las bases materiales y las formas espirituales en lo referente a la construcción de una nacionalidad y de una cultura nacional. En ese sentido, identificando esa cultura nacional como un producto burgués, afirma que “la autonomía nacional moderna, en el sentido de un autogobierno en un determinado territorio, sólo es posible ahí donde la nacionalidad respectiva tiene un desarrollo burgués propio, una vida urbana, una intelliguentzia, una vida literaria y científica propias.”


En el último capítulo, La autonomía del Krolestwo polaco, concluye su libro encarando de nuevo la cuestión polaca y, apoyándose en los argumentos expuestos a lo largo del texto, afirma “que las condiciones socioculturales e históricas de nuestro país hacen imprescindible la autonomía nacional en el Krolestwo polaco como consecuencia ineludible de la revolución política que se opera el estado ruso, encaminada a la abolición del despotismo asiático y a la creación de formas progresistas de vida política, adecuadas a las necesidades de la economía capitalista y del desarrollo burgués. Por las mismas razones, la autonomía constituye una reivindicación del programa del proletariado polaco revolucionario”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario